Tacones cercanos

Calzarse unos zapatos de tacón supone sin duda uno de los primeros síntomas de haber entrado en la escalada a la edad adulta. Entre mis recuerdos, tengo almacenada en la memoria la primera vez que me puse unos tacones. Tenía catorce años y era la segunda boda de mi tío. Al principio, después de algunos pasos tambaleantes e inseguros frente al espejo de mi habitación, me sentí alta, mayor, esbelta y sexy... para cuando acabé la jornada, lo que sentía era un indescriptible dolor en cada uno de mis dedos y el ardor de la que sería mi primera dureza. Desde entonces, sueno al andar... No es que me guste especialmente, pero no puedo evitarlo.
La gente se esfuerza en analizar el repiquetear de mis pasos -que son algo así como la banda sonora de un desfile militar- y en atribuirle significado. Caminas deprisa como una forma de huir constante, sostienen unos. Tu andar nervioso responde a esa incorregible y crónica impuntualidad, mantienen otros. O esa enérgica forma de atormentar el suelo es una muestra inequívoca de tu rotunda personalidad, comentan los de más allá. Sandeces. No digo que mi trote de yegua percherona no tenga que ver con mi forma de ser, pero no me convencen las atribuciones estupendas. Mi teoría es física: Piso mal, o al menos eso dice un profesional de verdad: mi zapatero.
Se llama Javier y lleva un minúsculo pendiente en la oreja izquierda. Unos de esos con brillante, de los que llevaban los chicos al inicio de la década de los noventa. La mejor etapa de su vida debió transcurrir por aquél entonces, porque el pelo pincho y el flequillo engominado también corresponden al estética de esa época.... Como esas señoras de avanzada edad que siguen peinandose con moños altos y tirantes y vestidos a lo Audrey Hepburn, aferrándose a los sesenta en un esfuerzo por reprimir el indecoroso paso del tiempo.
También tiene, Javier (mi gepetto particular), la sonrisa franca de un tío trabajador, la mirada clara y dulce de una buena persona, las manos y el diagnóstico de un experto... Gracias a él, sé lo que es el "cambrillón", palabra que ya forma parte de mi vocabulario habitual y cuál es el problema fundamental del calzado moderno. Gracias a él, he aprendido a valorar lo importante que es el trato personal entre tanto abismo cibernético. Gracias.
17 comentarios
SletlefulaleD -
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Rider -
jjmaxx -
glamour -
Rider -
Ángel -
Rider -
Sara -
Por cierto muy Carrie Bradshaw ,jajajaja.
Muas
Rider -
Futura mamá, sí que dan miedo esos tipos. Son de los que les encanta analizar los "defectos" de los demás pero no son capaces de ver los suyos... En cuanto a Javier, te encantaría. Como tú me encantaas a mi.
Futura mamá -
Groove -
Joder me quitas un peso de encima...(y a la torre también)
Admiro tu capacidad para convertir algo cotidiano en materia literaria de blog.
Saludos
Rider -
Gracias por el comentario... y la recomendación: Lo haré.
Anónimo -