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Te voy a contar mi vida, que me apetece

Ya no te quiero

Ya no te quiero

Lo del amor eterno es algo que a algunos les funciona... y a otros no, aunque en nuestra sociedad está muy mal visto reconocerlo. En cualquier caso, lo duro no es reconocerlo sino asumirlo. Asumir el final del amor es tan angustioso, tan decepcionante, tan involuntario como la muerte.  De hecho, es como si te murieses un poco, como si pereciera una parte de ti. Una parte que hasta ese momento creías imprescindible. Incluso es inevitable tener la misma sensación de estúpida impotencia con la que te despides de un moribundo.

Los que apoyan las vertientes filosóficas relativistas (que según el Papa son demasiados) son de la opinión de que en realidad depende de la percepción del amor que tenga cada uno. Puede ser. Desde luego, hay -cuando menos- dos tipologías de amor claramente diferenciables. El amor "fraternal", familiar, el de la serena convivencia, el de los matrimonios ancianos, el de los amigos vitalicios... es de los que dura, sino eternamente, casi. Pero ése no se parece en nada al pasional, al de la efervescencia y la necesidad enfermiza, que sin embargo es de los que más rápidamente se extinguen. O eso dicen.

Es sobre todo, la asunción de la pérdida de este segundo tipo de amor la que además de ser más frecuente genera más enajenación. Claro. Es un contraste tan drástico. Pasar de la necesidad absoluta, inquebrantable, física... a la desidia, al aburrimiento, al bostezo, a la asfixia, a la búsqueda de aire... dejándote como un convaleciente post-operatorio, con un vacío orgánico, como si te hubiesen extirpado alguna glándula hasta entonces vital.  

El desamor duele hasta el enloquecimiento, sí. Pero aún conociendo el riesgo que se corre, siempre merece la pena intentarlo, ¿no?

 

3 comentarios

Rider -

Gracias por vuestros comentarios

Ángel -

"Cuando la miseria entra por la puerta, el amor salta por la ventana" (Popular -escéptico-).

"Contigo pan y cebolla" (Popular -ingenuo-).

"Amor no es más que el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño" (Don Joaquín -pesimista-).

"El sentimiento más cabrón del mundo es la duda" (Yo mismo, que lo he padecido -empírico-).

Anónimo -

Te podría argumentar tanto una cosa como la otra. Esto es que el amor eterno existe como que no existe, pero ni es lugar para grandes reflexiones, ni tampoco creo que llegara a convencerte.

La historia nos ha dado pensadores que ya se plantearon semejantes cuestiones. Veamos que nos decían...

Para Quevedo parece que el amor puede traspasar la frontera de la muerte:

"Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Mas no de esotra parte en la ribera
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.

Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,

Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado"

Bécquer sin embargo, preso de su nostalgia existencialista, no lo tenía tan claro:

"Los suspiros son aire y van al aire!
Las lágrimas son agua y van al mar!
Dime, mujer, cuando el amor se olvida
¿sabes tú adónde va?"


Como se observa no nos sacan de muchas dudas.

Para añadir algo de luz al conflicto habría que recurrir a un argumento de autoridad: Ray Davies lo tenía claro "Nothing lasts forever".

Cada uno tiene su verdad del amor y esa es la que le vale y le ayuda en la vida.



Ahora bien, yo soy de los que piensa que se puede dejar de querer a otra persona, pero nunca deja de amar...




Te felicito por el tema. Da mucho juego.





Un saludo.