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Te voy a contar mi vida, que me apetece

Hace calor... más aún

La acera hierve, el metro emana vapor por sus bocas, el asfalto se derrite y hasta a la estatua de la violetera le canta el alerón del sudor, que es algo muy castizo... El calor aprieta cada vez más... y aquí no hay playa, como dice la canción.

Que Madrid tiene un clima hostil es algo que tenemos más que asumido los madrileños... pero los que diseñan el mobiliario urbano deben estar empadronados en Albacete, a juzgar por la incompatibilidad de los materiales que eligen con la extrema temperatura capitalina.

Estoy pensando, por ejemplo, en los asientos de las paradas de los autobuses, hechos de hierro forjado directamente en el infierno. En verano, una, que va desprevenida se sienta a esperar el bus pensando, ingenua, que ese es el fin del poyete dichoso... y casi inmediatamente notas el olor a chamusquina y el dolor del achicharramiento en la parte más noble del cuerpo humano. En invierno, por el contrario, aunque nadie se acuerde ya de que esta estación existe... es apoyar el trasero y por más fundas que lleves, oye, la gelidez te traspasa hasta los huesos...

En fin, como a todo hay que sacarle algo bueno, diré que tengo entendido que estos bruscos cambios de temperatura son buenísimos para la celulitis... ¡chicas hay que cuidarse!

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