¿quién no tiene asociado ese adjetivo a la navidad?
Época de excesos etílicos y alimentarios, de exaltación de la amistad y de los valores familiares, del consumo exacerbante, de brillos, luces, villancicos... la navidad, cristiana o no, es probablemente el período más efervescente del año y no solo por las burbujas del cava. Son días de locura en la que se mezcla constantemente la alegría, un poco impuesta, y la nostalgia inevitable.
La ciudad se engalana y hierve pese al frío, con una combustión constante de ir y venir de gente. Las calles se llenan de personas que de forma momentánea se sienten legitimadas para perder la vergüenza y los complejos. Cantan sin pudor y se disfrazan sin importarles ni la edad, ni la condición social... ¿alguien sabe el porqué de la moda de las pelucas?
Sin duda, esta es la mejor parte de tan "entrañables" fechas... Lo peor, la fiebre consumista que invade a todo el mundo. Hay que regalar, comprar, cenar, beber, salir... en resumen: gastar. De forma convulsiva y sin causa razonable, dejandose llevar. Con alegría y nostalgia.
5 comentarios
Ángel -
Yo creo que es la represión constante de los sentimientos que nos imponemos a diario. Tan es así que, cuando los exteriorizamos, lo hacemos de la peor manera posible.
Eso o que nos heos buenos todos unos gilipollas de kilo, que también es probable.
Seguiremos opinando
Santa's spirit -
Anónimo -
Anónimo -
Anda, ¡que por aquí pulula gente que es dueña de barrios! Oye, pues nada, derecho de admisión, que pa' eso está...
anónimo -