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Te voy a contar mi vida, que me apetece

¡Están locos estos chinarros!

 

Amantes de la contaminación, no sólo atmosférica sino sobre todo lumínica y acústica, los chinos son adictos al teléfono móvil,cuando la verdad es que gritan tanto cuando hablan que dudo que lo necesiten. Ves los modelos más avanzados y con todo el tunning a su alcance: lucecitas por todas partes, y sintonías de lo más dispares. ¡Hasta pasodobles! He de reconocer que con Suspiros de España, me emocioné...

Se duermen en cualquier parte, los ves apoyar la cara sobre los brazos y en segundos están dormidos. O una de sus posturas más auténticas, con la cabeza incrustada en el respaldo del asiento delante del que están sentados.

Sus pautas de urbanidad son un poco relajadas por usar un eufemismo amable. Las colas no existen como concepto, salvo cuando está la policía poniendo orden, son una masa de gente informe que espera algo. Con ansia. Muy juntos todos. Al borde de la avalancha.... con una competitivad por llegar al objetivo los primeros más propios de una final de atletismo a lo sucio. Con empujones y codazos si es necesario. Pasando por alto niños y ancianos, en la más ancestral manifestación de la ley del más fuerte.

Estás intentando descifrar alguno de los escasos carteles en "chinglish" o viendo algo en un museo, y se te ponen delante de tus narices a leer lo mismo. Lo mismo si estás haciendo una foto.

La única norma de tráfico que existe es "tonto el último"... con atascos de más de tres carriles de coches en una carretera de doble sentido, y se sienten obligados a demostrar como suena su claxon cada 30 segundos, con el único objetivo de decir: Aquí estoy yo. Los motoristas van sin casco, y a veces va toda la familia en la moto.

No cierran nunca las puertas, ni siquiera las de los baños cuando están dentro. De hecho es que muchas veces no hay puertas. No conciben la idea de la privacidad occidental... y claro resulta muy chocante entrar en un baño público y divisar a una china en cuclillas haciendo fuerza.

Escupen por todas partes, incluso en el suelo de los locales; por las ventanillas de los medios de transporte... con una precisión de misil militar y con un sonido gutural de reactor nuclear, son capaces de encestar en un cubo su criatura sólida desde una distancia de más de 3 metros. No sé como no lo han propuesto aún como disciplina olímpica para Beijing 2008.

Sorben la sopa a 100 decibelios, y cuando mastican es como si se les estuviera cayendo la dentadura postiza. Escarban los dientes como si fueran a encontrar oro (de hecho muchos lo llevan en la dentadura), y no usan servilletas ni manteles. Incluso en lugares de cierto postín, te ves en la necesidad de pedirle alguna servilleta a los camareros, ya que por falta de hábito se les olvida ponertela.

En muchas casas tienen DVD, televisión por satélite y estéreo, pero el servicio está a 20 metros de casa, y no tienen ducha. Los baños son siempre de agacharse, lo cual después de caminar 7 horas por la montaña no te hace ninguna gracia... por no hablar del escatológico problema de la puntería...

En todo caso, China es un país fascinante, la cultura viva más antigua del mundo, con un idioma que tiene más de 5.000 años de historia, 28 lugares Patrimonio de la Humanidad que serán muchos más ahora que los chinos han entrado en los circuitos culturales y turísticos (con una intensidad tan frenética que más que riada son un tsunami), y una gastronomía de las más sofisticadas del mundo...

...además, es inevitable cogerles cariño

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